Los primeros núcleos habitados de la zona estarían situados en “El Cerroncillo” y en “El Cerrón”, en donde se han encontrado restos de la época del Bronce, un poblado Ibérico y restos de cerámica romana.

Pero es en la época de dominación árabe cuando aparece Dalías en su actual emplazamiento con el nombre de “Dalyat”.

En este período, los acuíferos de Celín propiciaron la expansión del regadío.

Así, en el siglo VIII, es citada como Alquería, como fortaleza en el siglo X, y como una mezquita mayor en el siglo XIII.

Su población irá en aumento durante los siglos XIII y XIV, conforme avanzan las conquistas cristianas, hasta aparecer como capital de taha del reino nazarí y, finalmente, como parte del feudo dado por los Reyes Católicos a Boabdil.

A mediados del siglo XVI, llega a Dalías la rebelión de los moriscos quedando la población destrozada, con numerosas bajas entre sus habitantes.

El territorio, despoblado, sería ocupado de nuevo por cristianos viejos llegados a Dalías atraídos por la bondad de su suelo y clima.

La montaña siempre trajo riqueza, desde los fenicios, romanos y musulmanes que explotaron su mineral, pastos y leñas, hasta las grandes explotaciones mineras del siglo XIX que extraían fundamentalmente la galena argentífera.

El núcleo mantiene en su estructura urbana los rasgos de origen medieval musulmán.

Celín, por su parte, constituye una ventana a una realidad que se nos escapa poco a poco con el paso del tiempo. Su paisaje guarda la magia de los moriscos y nos entronca con el origen medieval de la ciudad.

Controlando desde su atalaya el campo y el mar, aportando el agua, abriendo el camino de las minas y fundiciones.

Cuando la sierra parecía acabada con el declive de la minería, su agua subterránea propulsó una nueva actividad agrícola, cubríendose el piedemonte de huertos y parrales, donde se producía una uva de mesa “Ohanes” de una excelente calidad exportadora, reconvertida en los últimos años a cultivos extra tempranos bajo invernadero, eje fundamental de la actividad económica del municipio en la actualidad.

La mayor parte de la población se asienta en la ciudad de Dalías, título que adquiere por Real Decreto de 12 de febrero de 1.920.

Como resultado, encontramos monumentos como la Iglesia parroquial de Santa María o la Ermita de los Dolores de Aljízar.

Además, podemos apreciar la Fuente del Deseo, la Fuente del Limón o el Manantial del Arroyo de Celín.

Dalías es un pueblo que tiene muy presente sus costumbres y festividades que realizan entre todos los vecinos del pueblo. Se respira una gran armonía durante la celebración de las mismas.
Su gastronomía es otro de sus puntos fuertes. Destacan exquisitos platos típicos de la zona de la alpujarra. Entre ellos destacan los siguientes:la Menestra de présules, la Tortilla de présules, las Migas de harina o pan, el Potaje de habichuelas, el Guiso de habas o el Plato alpujarreño.

La Sierra de Gádor ofrece unas magníficas posibilidades para la práctica de un turismo activo y respetuoso con el medio ambiente.

En lo que respecta al Término Municipal de Dalías, encontramos importantes reductos de encinares, junto a una importante masa de pinar fruto de las repoblaciones forestales.

El Ayuntamiento de Dalías está trabajando para la recuperación y señalización de una red se sendas para transformarlas en Senderos de Pequeño Recorrido, alejados del bullicio de la cercana costa, los parajes más singulares y bellos de esta sierra.

Así como, a los montañeros, acceder a las más importantes cumbres del macizo, tales como Nuevo Mundo, Dos Hermanas, Pecho Cuchillo o Castillejo, todas ellas por encima o muy próximas a los dos mil metros.

También es posible la práctica de la espeleología, escalada, parapente o paseo en vehículo por su red de pistas forestales que permiten acceder a parajes tan bellos como la Balsa Sabinar.

Desde el segundo sábado al tercer domingo de septiembre acontece el Cristo de la Luz. En esta festividad el Cristo de la Luz es alzado por los vecinos de Dalías, para comenzar su recorrido procesional. Cuando sale por las puertas del templo, se queman los cohetes de la salida y la primera de las tracas.

Comienza entonces la carrera en la que el estallido de cohetes y el fulgor de las ruedas es incesante.

Numerosas peñas como la Festivalera, el Cohete o los Amigos de la Plaza queman sus tracas al paso del Cristo.

A medianoche, el Cristo llega a la plaza para la Entrada. Todas las luces del pueblo se apagan y se encienden las bengalas. Después, comienza el más espectacular estallido de pólvora para despedir al Cristo de la Luz hasta el próximo año.

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